13 julio 2006

21 gramos

Suena el despertador, te despiertas, te duchas, te miras al espejo y te miras, te ves. Te vistes rápidamente, desayunas. Vas al trabajo, a la universidad, al colegio, a donde sea, no te fijas si el cielo esta nublado o despejado, no miras tu alrededor, caminas ensimismado.

Cumples con tus deberes de cuidadano.

Vuelves a casa. Te entretienes con algo.

Y un día el despertador deja de importar, sólo importa el tiempo que te queda. Hasta que cierras los ojos y adelgazas 21 gramos, los 21 míseros gramos que pesa tu alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Te he dicho alguna vez lo mucho (muchisimo) que me encantas?