16 febrero 2007

Diario de un imprudente

El pasado miercoles fui objeto de un robo. Eran las diez y media de la noche y me adentré en una calle de oscuridad más densa y tránsito reducido. Fue algo inconsciente, estaba hablando por teléfono con mi madre y ni siquiera lo pensé, es el camino que hago todos los días para ir a la facultad (y volver).

No acaban aquí mis temeridades, además de ir hablando por el móvil llevaba los cascos del MP3 colgando, bien visibles, como los suelo llevar siempre. Por último, y más importante, minutos antes había sacado dinero de un cajero ya que no me quedaba ni un duro. 50 euros.

Innegablemente, iba pidiendo atraco. Fui imprudente, temerario e inconsciente y lo pillé. Fuí otro pardillo más que les da de comer.

Ellos eran cuatro e iban en dos motos, me rodearon antes de que pudiese reacciones. Tenían pinta de tener unos 16 o 17 años (aparentemente eran canis) e iban tapados. En el momento que me cogieron seguía hablando con mi madre, la cual, se quedó, evidentemente, bastante preocupada después de oirme gritar, caer el teléfono y cortarse la comunicación. Ayer me enteré de hasta donde llegó la tierra que removió en los 5 minutos que tardé en volver a llamarla para decirle que estaba bien. Realmente, la gente actúa rápido en situaciones límite.

Se llevaron de botín el movil, mi queridísimo MP3 (snif), los 50 euros que acababa de sacar, la tarjeta del banco y mis llaves de casa. Realmente, me cogieron todo lo que llevaba sin hacer mucha selección.

Siempre que lo cuento todo el mundo me dice: "joder, seguro que te cagaste de miedo". Pues la realidad es que no, en el momento yo solo pensé en que acababa de perder todo lo material que llevaba, sentí resignación, no miedo. ¿Por qué? Porque una amiga mía también había sido atracada hace poco, y sabía como actuaban, y no era lógico que me hicieran daño. No obstante, si hubo un momento en que me asusté. Antes de soltarme, me estrangularon, me asfixiaron, como queráis llamarlo, enseguida supe porqué era, también se lo habían hecho a mi amiga, te estrangulan para que te marees y no puedas hacer nada mientras huyen. Ahí tuve miedo de que se les fuese la mano.

Finalmente, un coche me recogió, me ayudó, me dejó llamar a mi madre (para tranquilizarla y que desactivase el movil y la tarjeta del banco). Me acercaron a la comisaría mas cercana. Allí me dijeron que para denunciar tenía que ir hasta el centro (una hora andando) y que por supuesto no podían acompañarme (¡faltaría más!).

Una vez en casa, pude recobrar la tranquilidad (relativamente), tuve que volver a mis libros y desde entonces, tener cuidado de que no me sigan para llegar a casa. He aprendido de golpe y a la fuerza el tema 3 de "vivir en una ciudad", y es que esto de ser de pueblo tenía que traerme algún problema.

Es obvio que no debí ir por esa calle a esa hora, que no debí sacar dinero a esas horas, ni ir con el movil y el MP3 a la vista, no obstante, todas mis imprudencias y errores no tienen ni mucho menos el valor económico, moral y sentimental de lo que me quitaron esa noche. Me parece indecente que el robo esté aceptado y automatizado, que a esa hora no pueda caminar por libertad por donde me plazca, me averguenza en definitiva, que los chorizos ya tienen hecho su hueco social, hasta tienen ya sus territorios.

Hoy no me apetece creer en el género humano.

2 comentarios:

Robert dijo...

En las ciudades todo el mundo cabe... es lo triste, que cabe quien se lo merece y quien no.

Al final, uno aprende por donde tiene que ir y por donde no...será que la sociedad es una selva donde hay que evitar las zonas pantanosas... Al menos no pasó nada demasiado grave, más que el susto. Ánimo!

Casshern25 dijo...

poco más que añadir a lo comentado por Robert... animo y cuidate.