20 octubre 2008

Hallelujah!

atrás el final
las verdades a media asta
se saborean con cruda malicia
trapos sucios
enmascarados

el asfalto pasado
sólido fósil
desvía el camino
hacia la coraza de hormigón

en las manos
glacial vacío

en el gesto
sonrisa redentora



el mundo           es nuestro
                al fin

lo hemos conquistado

13 octubre 2008

¿Hipercomunicación?

Reflexiona Hernán Casciari en su última entrada sobre la maldición que supone el teléfono móvil para los escritores actuales y en parte para la sociedad actual.

A modo de resumen para el que no quiera leer el texto entero, mientras Hernán le contaba a su hija el cuento de Hansel y Gretel, en el momento culminante de la historia, cuando los niños se dan cuenta de que no pueden volver a casa porque los pájaros se han comido las migas de pan, su hija le interrumpe para decir: "No pasa nada, que llamen a su padre al móvil". Ese concepto, evidentemente, destroza toda la historia. Si lo utilizamos para el resto de historias clásicas, el pensar en el protagonista con un teléfono en el bolsillo cambia por completo la historia, generalmente, le resta intensidad. Gran parte de las obras clásicas utilizan o juegan con la incomunicación humana, o mejor dicho, con la imposibilidad de comunicarse, con malentendidos, con distancia, con aventuras. Ahora, cualquier persona esta al alcance de un mensaje de texto, o de la marcación de un puñado de cifras a modo de código.

Los escritores actuales, dice Casciari, lo tienen muy difícil para continuar escribiendo. Y no sólo eso, también afecta a nuestras vidas, ahora somos más cómodos, no corremos desesperados al aeropuerto para decirle a la mujer que amamos que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora, tan sólo le mandamos un mensaje de texto.

¿Realmente es así? ¿Hemos perdido parte de nuestra humanidad?

En la reciente película Wall·E se presenta unos humanos que dentro de 700 años pasan la vida sentados en sillones que los trasladan, enfrente de una pantalla para comunicarse y que han perdido la facultad de andar.

Tal vez vivo demasiado acomodado a mi tiempo, pero creo que tal vez estamos siendo un poco apocalípticos con estas visiones. Desde el punto de vista literario opino que cada época es lo que es, cada sociedad es como es y un escritor tiene dos opciones, hacer eco de esa sociedad o hacerlo de otra. Estoy seguro que si una persona de la edad media leyese una novela romántica actual se preguntaría porqué los pretendiente no se retan a duelos de capa y espada.

La sociedad en la que vivimos está hipercomunicada y a la vez cada vez más incomunicada. El vendaval de posibilidades comunicativas con los de nuestro entorno a veces nos hace olvidarnos de interactuar de una manera más directa y física con nuestros allegados. Pero esto debe ser tomado con pinzas. Uno sale a la calle y sigue viendo muchísimos grupos de jovenes juntos, gente en los bares tomándose un café, niños haciendo gamberradas. Y al igual que por ejemplo los videojuegos pueden aislar a un chaval en la soledad de su habitación une a dos chavales que no tenían amigos encontrando estos un compañero de juegos.

Los seres humanos continuamos siendo seres humanos. Un teléfono móvil facilita la comunicación instantánea pero a la vez también crea la dependencia de ella. Se puede escribir sobre eso. Se pueden escribir sobre mil cosas. Los avances tecnológicos y la incorporación de estos a la sociedad no hacen más que añadirle complejidad a la humanidad. Si uno no se siente cómodo escribiendo una historia con teléfonos móviles de por medio, que la ambiente en otra época o haga literatura de fantasía. La época en la que vivimos es la que es.

No nos pongamos apocalípticos.