10 febrero 2010

Japón (VI): Konnichiwa 2010

Los exámenes me tienen asfixiado así que me está costando actualizar esto. Hoy va una con fotos.

En Japón la navidad es parcialmente distinta a España. Las calles no se llenan de luces ridículas con campanas y derivados, y sobre todo no se celebra el fin de año de la misma manera. Yo quería celebrar el fin de año a la española, tomándome unas uvas y empezando el año atragantado, como dios manda.

Con los últimos retazos del resfriado el día 31 nos fuimos a Osaka, quedamos con una amiga de Maria y probé el okonomiyaki (ya hablaré de la comida, que merece capitulo aparte). María aprovechó para enseñarme un poco su Osaka, los lugares por los que suele pasar, donde suele quedar, la macrotienda de Don Quijote (una cadena de supermercados que tienen de todo, y sí, se llaman así), el chino que corre (bautizado por mi, foto abajo), y Dotombori en general. Osaka es una ciudad agradable a pesar del frío. Si bien resulta agobiante en determinados momentos (mucho japonés en Japón) en general es fácil y agradable perderse en sus calles. En uno de estos paseos aleatorios descubrimos un pequeño callejón oscuro estrechísimo en el cual había multitud de restaurantes. Teníamos la sensación de haber retrocedido unos siglos.




Con el despiste nos dieron las 12 (casi literalmente) y nos encontramos sin uvas y cogiendo el último tren de vuelta a Habikino. En el camino entre la estación de trenes y la casa paramos por con Conbi-ní (explicación abajo del todo) y nos compramos dos trozos de tarta para al menos empezar el año con algún tipo de distinción. Llegamos a casa a las 12 menos 5. Encendemos la tele y hay una japonesa cantando con un larguísimo vestido blanco. A falta de 30 segundos para el año nuevo se enciende un reloj de cuenta atrás en la parte inferior de la pantalla, pero la japonesa, ella, sigue cantando. La cuenta atrás llega a su final y la cantante extiende su vestido (que tiene unas mangas que llegan hasta el suelo) y al llegar a cero proyectan sobre el vestido "Feliz 2010" (en japonés, claro). Bonita manera de empezar el año. Aunque uno echa de menos a Ramón García y su cara de vampiro, o en su defecto Las noticias del guiñol.

Feliz 2010. El año comienza, en Japón. Sin uvas. Con tarta. Estamos juntos. Es un buen comienzo de año.

El día 1 la gripe vuelve da sus últimos bandazos y decidimos quedarnos en casa.

Pero tanto yo como María queremos vivir el año nuevo en Japón como japoneses. Así que el día 2 nos acercamos a un templo en las afueras de Osaka. Los japoneses para el año nuevo se acercan todos al templo. Es su manera de celebrarlo. Al llegar allí el templo está absolutamente abarrotado. Entramos y cruzamos un puente.



En el templo, hay de todo. De todas las edades y estilos. Hay algunas personas con su kimono como por ejemplo esta niña monísima.


¿No es para comérsela?

Un poco más adelante, en uno de los edificios del templo hay una especie de redes en las cuales tiran monedas y rezan.



Finalmente, hay una especie de palets con cuerdas colgadas a las cuales hay atados miles de papelitos. Los vendían en el templo. En ellos cada uno escribía sus deseos para año nuevo, los doblaba y ataba a la cuerda, para que así se cumplan.


En el resto del templo (los templos en japón más que un edificio son un espacio) hay una especie de feria. Hay puestos de comida, de juegos, de peluches. De todo. Por supuesto, había un kebab. Japón no se libra de los kebab. La prueba:


Desde luego ellos no empiezan el año con intoxicaciones etílicas. Lo empiezan yéndose de feria. Envidia deberíamos tenerles.

Como las imágenes a veces no pueden decir todo, intenté grabar un video para que se viese como suena Japón. El resultado no es el mejor del mundo, pero aquí está:


Edición numero uno: Edito porque mi madre hábilmente me ha recordado que no expliqué las cosas que prometí explicar. Aquí van.

El chino que corre. En realidad yo sólo aporté una variante de El tio que corre, que es como le llaman los españoles allí. Es el mayor símbolo de Osaka (menuda mierda, pensaréis, pues vale, pero es un símbolo, y oye, bastantes cosas bonitas tiene la ciudad). La historia de porqué es tan importante no me la sé, la verdad.

Combi-ni. Esto me pareció fascinante, son un tipo de supermercados que estan abiertos las 24 horas del día los 365 días del año. No cierran jamás de los jamases y hay unos muchísimos, de muchos tipos. Curiosamente, uno de los empleados del Lawson (uno de los Combi-ní) en el que compramos a fin de año me recordaba muchíiiiisimo al empleado de la frutería de Ámelie, por su forma de tratar los productos y dártelos. Una cosa curiosa que te encuentras en la otra parte del mundo. El pobre hombre se pasaba allí media vida.

3 comentarios:

Ágape dijo...

da mucha envidia leer tus entradas sobre japón,las fotos son preciosas!
El contraste cultural tiene que ser increible.
Te estoy leyendo en el movil (estoy temporalmente sin portatil T.T)

Maria Recosica dijo...

Uhm.El mayor simbolo de Osaka es el castillo...

Frozen dijo...

Hacedle caso a ella que es la que sabe.