21 enero 2010

Japon (V): Primeros pasos

Lo primero, antes de que se me olvide y me enrede con cualquier otra tontería: reiterar que en Japón hace mucho frío en invierno, mucho, en serio. No era un frío de temperaturas bajas. Simplemente se te metía dentro, frío húmedo que dicen. No sé en definitiva que coño era, pero yo tenía una pinta tal que así:





Además, cuatro camisetas, la sudadera, tres pares de calcetines, leggins debajo de los pantalones y por supuesto guantes.

Por la calle sin embargo, podías ver fácilmente a japonesas con minifalta ¡SIN MEDIAS! y lo que es peor ¡con unos zapatitos ¡SIN CALCETINES!! ¿Qué clase de raza sobrehumana vive en este país? Según me contó María además es frecuente ver a japonesas ir con la bici por la calle con tacones, falda (que mira que tiene que ser incómodo) y sujetando un paragüas. Y sin problemas oye. Por desgracia no pude presenciar semejante espectáculo natural. Dignas de estudios, las japonesas, ya hablaré de ellas más adelante.

De Japón me sorprendieron varias cosas al llegar. Lo primero, lo dije, conducen por la izquierda (y los micromachines en los que se hacen como que conducen). Luego, las bicis, por todos lados, muy respetadas. Pero quizá lo que más me sorprendió fue la oscuridad.

Estamos acostumbrados a ver imágenes de Japón de este estilo:


Todo lleno de tiendas y luces por todos lados. Pues bien, esto es así sólo en las calles más céntricas. El resto realmente son bastante oscuras, las farolas no abundan mucho y si están iluminan poquito. Quizá es cosa de vivir en las afueras, pero mi sensación fue que había muy poca contaminación lumínica (y si ya comparamos con las navidades aquí con todas las calles llenas de las luces inútiles ni te cuento).

El transporte tiene unos precios criminales. Criminales, en serio. Una simple parada de metro costaba 200 yenes (euro y medio) y en general, ida y vuelta desde Habikino al centro de Osaka nos costaba a María y a mí unos 8 euros a cada uno. No existe ningún tipo de bono de transporte para los que viven allí ni tampoco para los que vienen (aunque curiosamente sí existe un bono para turistas con validez para 15 días pero con el cual sólo puedes coger unos determinados trenes (hay varias compañías)).

Eso sí, en los vagones de metro y de tren tenían calefacción debajo de las sillas (sillas acolchadas y todo). Menuda gozada.

Y última cosa reseñable de que me impactó de los primeros días. En Japón NO HAY PAPELERAS. Nada, ni una. No busques, no vas a encontrar. Bueno, si buscas mucho y caminas igual encuentras una cada kilómetro. Curiosamente está todo limpísimo. No te vas a encontrar ni una mísera colilla en el suelo. No estaría mal aprender de ellos un poco (y que ellos empezasen a familiarizarse con el concepto de papelera, claro).

Pero quizá lo más sorprendente al llegar a Japón es que no era tan distinto de España.

1 comentario:

Robert dijo...

Si no estuviera tan lejos Japón...

Un colega mío fue el año pasado y en cuanto volvió empezó a ahorrar para repetir este verano, que tendrá Japón... porque, como dirían No me pises que llevo chanclas, mia questá lehos hapón!