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Nota: Dado el minidebate sobre las ventajas o no de la dispersidad de este blog, me voy a reafirmar haciendo un post disperso xD.

La semana pasada (seguro que os habeis enterado) tuvo lugar en España un gran puente, no se si general, pero a los estudiantes la verdad es que nos vino genial. Algunos tuvieron la suerte de que los profesores fueron buena gente y les perdonaron los días de clase intermedios (o pasaron de ir) y otros tuvimos que recuperar esas clases los dias previos. Sea como sea, fue puente. Yo, como una inmensa mayoría de los mortales fui al pueblo natal (o en que se localiza tu familia), fui a toparme de nuevo con la inmensidad de la tranquilidad, tan abrumadora que resulta realmente aburrida. Los pueblos, es lo que tienen, que resultan bastante aburridos, a no ser que estes acostumbrado a su ritmo. Yo no lo estaba.

No obstante, disfruté del puente, disfruté de la compañía de mi familia, de los silencios de Guadali, de las sonrisas y la efusividad de Esther y de la sobriedad de Chico, y disfrute viéndolos abrazarse y quererse (no entiendo cuando algunos amigos (y en películas y tal) les recriminan a sus padres darse cariño, a mi me resulta precioso). Y disfruté de la compañía de mis amigos del pueblo (y de Granada), que siguen igual de locos que siempre. Aproveché para ponerme al día en las asignaturas de la facultad y para descansar un poco. Se podría decir que fue un puente de provecho.

La nota negativa (muy negativa) fue enterarme de la desaparición (que a no ser que haya aparecido hace poco) ya dura casi tres semanas de mi gata Pimienta, la única que quedaba en casa tras la muerte de su madre, Flor, de la cual ya hablé. Pero no quiero hablar de esto, ni hacer una despedida triste y final, pues tengo la esperanza de que vuelva.

La cuestion es que de lo que realmente quería yo hablar es del viaje de vuelta, 4 horas desde mi pueblo a Granada. Decidí ponerme música Post-rock (y algo de música intrumental) para escuchar, una selección que llevaba en el mp3 que incluía Sigur Ros, Mogwai, God is an astronaut, Múm, Rob Costlow y Mono.

Conecté el mp3, lo dejé sonando, cerré los ojos, acomodé mi cabeza en la ventana y me centré en la música, en cada sonido. Me dejé llevar, me dejé mecer.

Y la música me llevó lejos, muy lejos, me llevó a lo más profundo de mi mismo, la mayor lejanía imaginable, me sentí latir y divagar, volar, y nadar en mis propias sensaciones. No pensé nada, no recordé nada, y estoy bien seguro de que no me dormí, tan sólo viví. Sentí la vida en toda su desnudez, sin complementos de otoño-invierno. Tan sólo estabamos yo y mis sensaciones, comunicados por las notas que sonaban del mp3.

La droga más dura imaginable, una buena sesión de post-rock y plena dedicación mental a él.

Cuando abrí los ojos, veía el autobús, pero no sentía que estuviese ahí.

Afortunadamente, no llevaba (aún) a Godspeed You! Black Emperor en la selección, sino, me imagino que me deberían de haber quitado el MP3 a la fuerza e intentado calmarme y que así dejase de gritar de desesperación. A estos últimos los he descubierto recientemente, me los puse para ir a clase, y llegué con la cara descompuesta y el corazón encogido. No quiero imaginar como sería si les prestase total atención. Algún día lo probaré y contaré la experiencia (si sobrevivo). Me estoy convirtiendo en un drogadicto, espero que no cree adicción.

Tengo pendientes un artículo explicativo sobre el post-rock para aquellos que no sepan lo que es. Lo publicaré pronto.

Por último, para suavizar todo este lío que os he metido, la demostración de que mis amigos son geniales (cada vez que veo la cara de Fausto no puedo para de reirme).