Con orgullo

Ayer fue un día especial. No por algún hecho reseñable en política, ni por ningún evento deportivo, ni por ninguna visita de nadie a ningún sitio, ni por ningún festival en la tele, ni por un concierto. Fue en día especial por algo a nivel nacional que no vi ni oí ni leí en ningún medio de comunicación. Ayer 25 de Mayo era el Día del orgullo friki.

Casi nadie lo recordó, casi nadie sabía de su existencia (no en vano, es el primer año que se celebra y aún esta en periodo de pruebas, espero que apruebe y se celebre con fuerza todos los años), pero unos cuantos locos sentimos por un día que podíamos mirar al resto de la humanidad a la misma altura. Parece que ser friki no está muy bien visto, la gente nos ve como extraños, personas de otro planeta, marginados, infelices. Todo el mundo tiene miedo a ser friki, son muchos los casos de personas (que yo conozca) que se han aterrorizado ante la sola idea de ser un poquito friki. La gente siempre critica lo que desconoce.

Ayer me sentí orgulloso de ser como soy y de todos los frikis del mundo. Me sentí orgulloso de todo el que va por la calle con su camiseta de El señor de los Anillos, de todos los que se compran el collar que lleva Tidus en Final Fantasy X, de todos los que ven anime en japonés subtitulado y devoran comics, de todos los que tienen una espada láser, de todo el que sabe contar hasta 31 (contando el 0) con los dedos de una sola mano, de todos los que aprenden a hablar élfico porque les apetece, de todo aquel que sabe que la respuesta a la vida, el universo y todo es 42, de todo aquel estudia escuchando la banda sonora de Naruto; y también de aquel que prefiere quedarse en casa planeando dominar el mundo antes que ir a una discoteca a que te revienten los tímpanos y a pasar unas cuantas horas en una esquina deseando que alguien quiera salir a la calle para poder hablar un rato.

A mi me gusta salir con los amigos, me gusta salir de copas, me gusta el deporte y no, nunca me he casado virtualmente con un personaje de un videojuego, pero también me gusta leer comics y novelas de ciencia-ficción, jugar a los videojuegos, aprender… ¿soy raro? Tal vez sí, pero me cuesta entender que alguien crea que soy infeliz por ello, muchas veces la gente cree que su manera es la única de alcanzar la felicidad (o un atisbo de ella) y cree que todos los que son distintos tienen que estar navegando en su amargura.

Yo soy feliz con mis videojuegos y mis chistes matemáticos, leyendo comics y echando unas partidas al Pokémon, viendo películas y aprendiendo a programar en C++. Y me sorprendo e intereso cuando me entero de que Nobuo Uematsu tiene un grupo de Metal. A nadie le importa eso, a mi sí. ¿Estoy loco? Pues dejadme con mi locura, estoy orgulloso de ella.