12 julio 2006

Príncipes y princesas

Hoy he acabado (por segunda vez) La sombra del Hegemón y vengo por supuesto conmocionado. Aviso de que esto pudriera o pudriese ser un Spoiler para aquellos que estén interesados en leer la saga de Bean. De todas formas, tampoco pasa nada por leerselo conociendo esto.

Él le puso un dedo en los labios, suavemente, para hacerla callar.

-No tendré ninguna esposa, Petra. Ni hijos.

-¿Por qué no? Si me dices que has decidido meterte a cura te secuestraré yo misma y te sacaré de este país católico.

-No soy humano, Petra -dijo Bean. Y mi especie muere conmigo.

Ella se rió ante aquel chiste.

Pero cuando él la miró a los ojos, vio que no era un chiste. Fuera lo que fuese lo que quería decir con aquello, realmente pensaba que era cierto. No era humano. Pero ¿cómo podía pensar eso? De todas las personas que Petra conocía, ¿quién era más humano que Bean?

-Volvamos a casa -dijo Bean finalmente-, antes de que venga alguien y nos dispare por intrusos.

-A casa.

Bean sólo entendió a medias.

-Lamento que no sea Armenia.

-No, tampoco considero que Armenia sea mi hogar -dijo ella.- Y, desde luego, la Escuela de Batalla tampoco lo fue, ni Eros. Esta es mi casa. Quiero decir, Ribeirao Preto. Pero también este sitio. Porque... mi familia está aquí, por supuesto, pero...

Y entonces comprendió lo que intentaba decir.

-Es porque tú estás aquí. Porque eres el único que lo ha soportado todo conmigo. Eres el único que sabe de qué estoy hablando. Lo que estoy recordando. Ender. Aquel terrible día con Bonzo. Y el día que me quedé dormida en medio de la batalla en Eros. Y piensas que tú te avergüenzas. -Se echó a reír.- Pero no importa recordar incluso eso contigo, porque lo sabías, y sin embargo viniste a ayudarme.

-Tardé bastante tiempo.

Salieron juntos del cementerio, tomados de la mano porque ninguno de ellos quería sentirse aislado en ese momento.

-Tengo una idea -dijo Petra-.

-¿Cuál?

-Si alguna vez cambias de opinión... ya sabes, respecto a casarte y tener bebés, recuerda mi dirección. Búscame.

Bean guardó silencio durante un largo instante.

-Ah -dijo por fin-. Ahora lo entiendo. He rescatado a la princesa, así que ahora puedo casarme con ella si quiero.

-Ése es el trato.

-Sí, bueno, ya veo que no lo has mencionado hasta que te enteraste de mi voto de celibato.

-Supongo que fue una perversidad por mi parte.

-Además, es una trampa. ¿No se supone que tengo que quedarme también con la mitad del reino?

-Tengo una idea mejor -respondió ella-. Puedes quedártelo todo.

(La sombra del Hegemon, Orson Scott Card)

2 comentarios:

Löla dijo...

Me ha recordado lo del cura y tal al pájaro espino (si ¿que pasa? xD!) pinta bien el libro.

Anónimo dijo...

Llego tarde, pero me encanta el libro, y en esa parte me quede fascinada.^^